Cuando ya no quiera
seguir, recuérdame Jesús que aquí en la tierra yo soy tus manos, esas que
necesitas para al hambriento y al sediento dar de comer y beber.
Cuando ya no quiera
seguir, recuérdame Jesús que aquí en la tierra yo soy tus pies, esos que
necesitas para llegar allá donde nadie conoce de ti.
Cuando ya no quiera
seguir, recuérdame Jesús que aquí en la tierra yo soy tus ojos, esos que
necesitas para mirar con amor a aquellos que no se sienten dignos de Ti.
Cuando ya no quiera
seguir, recuérdame Jesús que aquí en la tierra yo soy tus oídos, esos que
necesitas para escuchar atento las alegrías y tristezas del que ríe y del que
llora.
Cuando ya no quiera
seguir, recuérdame Jesús que aquí en la tierra yo soy tus palabras, esas que
han de anunciar la buena nueva y aquellas que han de denunciar lo que es
contrario a Ti.
Cuando ya no quiera seguir
y me canse de perdonar, recuérdame Jesús que a través de Pedro, hasta setenta
veces siete me invitas a perdonar.
Cuando ya no quiera seguir
y me canse de dar, de andar y de amar recuérdame Jesús que aquí en la tierra yo
soy tus manos, tus pies y tu amor, ese amor que jamás se cansa de amar.
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